Un árbol para José Watanabe
A este cuadro le faltaba un árbol. Se observaban cactus, el sol de la mañana contra el puente y hasta una filmadora pero ningún ficus. Y cómo el oriental Watanabe iba a estar desguarnecido de su sombra protectora. Pasó el tiempo y corregí el despropósito. Ahora José sigue imperturbable y pensativo pero la fronda del ficus remeda su poesía. Pequeñas hojas como palabras unidas por el tronco del sentido, fabrican la belleza.