Las escaleras de mi casa antigua
Durante el día una luz naranja descendía desde una enorme teatina e iluminaba el centro de la casa. Pero en la noche era el lugar de mis angustias y mis miedos. La oscuridad se introducía por los vidrios rotos y el fantasma del abuelo militar y parapléjico rozaba los peldaños arrastrando los pies. Esta doble dimensión de las escaleras siempre me cautivó. Las escaleras bajan y suben simultáneamente. Nos conducen a tierra, al territorio de lo oculto e inconsciente y nos elevan al cielo y lo divino. Aunque también es cierto que la escalera que nos lleva a un desván, siempre sube y nunca baja, al contrario de la que se interna en un sótano