La eterna destrucción de los espíritus
Perdonen la insistencia. Mi amigo Rafael tenía un balcón donde se veían los atardeceres más lindos del verano. He pasado días enteros de mi vida viendo este soleado panorama, tanto que ya me lo sé de memoria. Por eso lo pinto cada vez que puedo. La osamenta de la iglesia es un símbolo que me atrae y me perturba. Será que es metáfora de las creencias encapsuladas, de la destrucción paulatina e inacabable de los dogmas. Felizmente la luz roja de la tarde de verano es la vida.