Árboles de la bajada
Nunca me cansaré de pintar los ficus de Barranco. El chispeante rumor de los pajaritos al atardecer, los gusanos negros que caían de sus copas, sus mutilados troncos que se resisten a caer. Como gigantes tomados de las manos rondan las calles y las avenidas, protegen de los ventarrones y matan los crudos rayos del sol. Sin embargo siempre habra sanchos que querrán matarlos…